Las cinco
esquinas es un lugar característico de la ciudad de Buenos Aires y,
particularmente, del barrio de Retiro. Se forman en la intersección de las
calles Juncal, Libertad y la Avenida Quintana. Sin embargo, fue esta última la
que determinó su existencia. Su origen es de la época colonial y su trazado, de
ancho desigual, no seguía el damero tradicional porque se delineaba como una
senda, casi espontáneamente, a través de las quintas de la zona, de acuerdo a
la ubicación del cerco de la propiedad de cada vecino, para llegar al Convento
de los Recoletos y comunicarlo con el resto de la ciudad. En ese entonces se llamaba
Calle Larga de la Recoleta. Recién en 1852 fue empedrada y poco después
comenzaron a transitar por ella los tranvías a caballo y más tarde los coches
fúnebres, hasta que en 1880 las quintas fueron loteadas, la urbanización fue
llegando y así se transformó en una calle más, inmersa en la cuadrícula de la
Ciudad, manteniendo su recorrido caprichoso. Finalmente, en 1906 se le dio el
nombre actual en homenaje al presidente Quintana, que falleció ese mismo año. La
calle Libertad tiene un trazado también originado en el período colonial,
siendo un camino que bordeaba el Hueco de doña Engracia, hoy Plaza Libertad, y
su nombre original fue San Pablo, recibiendo su nombre actual en 1822. Juncal, por
su parte, era una calle sin nombre y, el actual, se le asignó en 1827 con
motivo de la victoria argentina naval en la batalla del mismo nombre en la
guerra del Brasil. Posteriormente, se llamó calle del Socorro durante un corto
tiempo para, finalmente, volver a su nombre original en 1857.
Y ¿Qué nos muestran
estas esquinas?
Por un lado,
la Escuela Graduada de Niñas, en Libertad al 1300, que en la actualidad se
llama Domingo F. Sarmiento. Originalmente tenía una ochava circular con triple
acceso y estaba decorada con elementos del academicismo francés Beaux Art. Fue
obra de los ingenieros Próspero Lebeau y Ramos Muñoz, pero en 1936 Alberto
Gelly Cantilo, director de Arquitectura Escolar, la hizo modificar con un
lenguaje racionalista y despojada de ornamentos, dejando poco del edificio
original.
En otra de
las esquinas, Juncal y Quintana, se encuentra el edificio construido por Luis
Broggi, en los primeros años del S. XIX, como su residencia. Sus dimensiones no
eran de la majestuosidad de los palacios de la época, pero ganó el primer
premio del Concurso Municipal de Fachadas en 1914.Tomó una esquina triangular para
darles luz natural a todos los ambientes, excepto la escalera que la recibía en
forma cenital. Sus fachadas del renacimiento italiano están revestidas en
granito de Baveno, mármol de Venecia y cerámica de Estrasburgo. Mantiene la
entrada por la calle Juncal, sin embargo, sobre el jardín de la esquina se
levantó una construcción con terraza y balcón para las ventanas del piso
superior, donde actualmente hay un café. Broggi la ocupó por poco tiempo y luego
se instaló allí el primer club de mujeres, el 20 Century Club; luego, la casa
de decoración Stylca, víctima de dos bombas en la época de la subversión; más
tarde la empresa de publicidad de David Ratto abrió el bar Publicity; pero lo
mejor, fue la Boite Jaque, revestida de boiserie en el exterior con nichos en
las paredes que contenían piezas de ajedrez realizadas en yeso.
Si vamos por
Libertad hacia Arenales encontraremos el Circulo italiano, construido por el
arquitecto Christofhersen bajo los lineamientos de la arquitectura francesa del
Petit Hotel, tan en boga en esa época. También podemos visitar el pasaje
Libertad a la altura del 1200, construido por Giuseppe Bernasconi. Un pasaje
que originalmente era en L y salía por la calle Arenales, pero la pelea de dos
familias hizo que se convirtieran en dos separados. El que tiene entrada por
Libertad es de estilo italiano donde predominan los colores terracota, los
pisos con rombos, los jarrones en el corredor y palmeras y, en los balcones hay
flores, una clara imagen de la Toscana.
Si vamos por
Juncal hacia Cerrito encontraremos el Mercado 5 esquinas y el Colegio Mallinckrodt,
como también otros locales de gastronomía variada y decoración que se
distribuyen por toda la zona.
Y ¿por qué
no decir que la confitería La Exposición nos espera al final de la jornada? Como
corresponde, darnos un gustito dulce con un cafecito en esta confitería que
data de hace más de 60 años y que vio pasar por su local varias generaciones, donde
compraban sus exquisiteces las familias adineradas de la época y donde tomarán
su café los Croquiseros Urbanos, of course.
SILVIA SIMONIT
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