El pueblo de
Belgrano fue creado en el año 1855 como un punto intermedio entre la ciudad de
Buenos Aires -hoy macrocentro- y el pueblo de San Isidro, sobre los terrenos
confiscados al ex gobernador Rosas. Los terrenos de esta zona abarcaban la
costa del río hasta el Tiro Federal Argentino, también las hoy conocidas
Barrancas de Belgrano y hacia el oeste limitaban con la Av. Melián. El nuevo
pueblo se encontraba dentro de los límites de las calles 11 de septiembre, Av.
de los Incas, Av. Cramer y Av. Monroe. En 1857 se creó el Circo de las Carreras,
limitado por las calles Pampa, Av. Cramer, Av. Melián y Mendoza, dedicado a las
carreras de caballos “a la inglesa” que dejaban atrás el chiripá de los gauchos,
remplazándolo por la vestimenta clásica del jockey. En 1872 comenzaron las
obras del Ferrocarril línea Bs. As.-Campana, que luego se llamaría línea Bs.
As.-Rosario, que partía de Retiro, atravesaba el Circo de las Carreras y
continuaba rumbo al pueblo de San Martín. A la altura del pueblo de Belgrano se
creó una estación de tren entre las calles Pampa y Echeverría – hoy Belgrano R
– y cuando en 1876 comenzaron a circular los trenes por sus vías, el Circulo de
las Carreras fue dividido creándose un barrio de 30 manzanas. Algunos de esos terrenos
fueron entregados en parte de pago a la empresa de gas que proveía la
iluminación de la ciudad, los que a su vez los otorgó a sus empleados de origen
europeo. Otra parte se subastó, pagando con el dinero recaudado el empedrado de
las calles del pueblo y en los otros terrenos se fueron asentando empleados del
ferrocarril, mayormente ingleses. Así fueron quedando las huellas del barrio en
la arquitectura con casonas señoriales de estilo europeo con aire inglés y
enormes jardines, empedrados en sus amplias calles y arboledas frondosas en sus
veredas, cuyas copas unidas en la parte superior forman un túnel verde.
Allí nació
la Avenida Forest como parte de este pueblo. Iniciaba su recorrido en la calle
Pampa, cuando Belgrano era solo un descampado, y llegaba hasta Av. de los Incas,
en aquel entonces, una senda entre matorrales, llamada por los pueblerinos
“calle sin nombre”. Hoy es una avenida que recorre varios barrios, Belgrano,
Villa Ortúzar, Colegiales, para terminar en Chacarita donde se fusiona con la
Avenida Corrientes. Y el barrio de Belgrano R es hoy un sub barrio del barrio
de Belgrano, al igual que Belgrano C o Bajo Belgrano.
No solo
encontramos casas en el recorrido de la Av. Forest, también edificios
importantes como el que se encuentra en Av. de los Incas y Forest, construido
por el arquitecto Edouard Le Monnier, un edificio en forma de C, rodeado de
árboles y con un patio central. También, el club Belgrano Athletic que fue una
fusión entre el club que formaron los trabajadores del Ferrocarril Bs. As. -
Rosario y un club de barrio llamado Saint Lawrence.
He caminado
muchas veces por estas calles porque vivo por la zona y es un paseo imperdible.
Uno se siente en otro mundo, alejado del bullicio y la vorágine de la ciudad. Reina
la paz y la tranquilidad, el silencio y la calma. No importa la época del año,
cada una tiene su encanto. En el verano sus amplias arboledas refrescan sus
calles matizando las veredas y fachadas con luces y sombras; en primavera, el
perfume de las flores de los jardines nos acompaña; en otoño las copas de los
árboles con sus hojas secas cambian el paisaje y las hojas que cubren las
veredas crujen bajo nuestros pies; y en invierno las copas despobladas de hojas
nos permiten ver mejor esas casas inglesas que abundan por doquier, algunas
rodeadas de rejas o murallas con importantes portones que las protegen de nuestra
crítica realidad. La altura de sus árboles parece infinita, el cielo parece
comenzar en sus copas. Encontramos plátanos, algún jacarandá entrometido que
asoma por allí, pero también hay 20 de los 495 Ibirá Pitá que tiene la ciudad, cuyas
flores amarillas nos visitan en enero. Hay mucho para ver, mucho para recorrer
y mucho para dibujar, pero por, sobre todo, mucho para disfrutar.Sandra Machado
Allí nació la Avenida Forest como parte de este pueblo. Iniciaba su recorrido en la calle Pampa, cuando Belgrano era solo un descampado, y llegaba hasta Av. de los Incas, en aquel entonces, una senda entre matorrales, llamada por los pueblerinos “calle sin nombre”. Hoy es una avenida que recorre varios barrios, Belgrano, Villa Ortúzar, Colegiales, para terminar en Chacarita donde se fusiona con la Avenida Corrientes. Y el barrio de Belgrano R es hoy un sub barrio del barrio de Belgrano, al igual que Belgrano C o Bajo Belgrano.
No solo encontramos casas en el recorrido de la Av. Forest, también edificios importantes como el que se encuentra en Av. de los Incas y Forest, construido por el arquitecto Edouard Le Monnier, un edificio en forma de C, rodeado de árboles y con un patio central. También, el club Belgrano Athletic que fue una fusión entre el club que formaron los trabajadores del Ferrocarril Bs. As. - Rosario y un club de barrio llamado Saint Lawrence.
He caminado muchas veces por estas calles porque vivo por la zona y es un paseo imperdible. Uno se siente en otro mundo, alejado del bullicio y la vorágine de la ciudad. Reina la paz y la tranquilidad, el silencio y la calma. No importa la época del año, cada una tiene su encanto. En el verano sus amplias arboledas refrescan sus calles matizando las veredas y fachadas con luces y sombras; en primavera, el perfume de las flores de los jardines nos acompaña; en otoño las copas de los árboles con sus hojas secas cambian el paisaje y las hojas que cubren las veredas crujen bajo nuestros pies; y en invierno las copas despobladas de hojas nos permiten ver mejor esas casas inglesas que abundan por doquier, algunas rodeadas de rejas o murallas con importantes portones que las protegen de nuestra crítica realidad. La altura de sus árboles parece infinita, el cielo parece comenzar en sus copas. Encontramos plátanos, algún jacarandá entrometido que asoma por allí, pero también hay 20 de los 495 Ibirá Pitá que tiene la ciudad, cuyas flores amarillas nos visitan en enero. Hay mucho para ver, mucho para recorrer y mucho para dibujar, pero por, sobre todo, mucho para disfrutar.
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