El Paseo de la Alameda, del cual ya les he contado en otros textos, fue creado en 1780 por el Virrey Vértiz como primer paseo público frente al Río de la Plata, donde desembarcaban comerciantes y viajeros. Abarcaba desde la calle Lavalle hasta la calle Cangallo, hoy presidente Perón. Unos sesenta años después, Juan M. de Rosas comenzó el relleno de las costas del río y la construcción del murallón que contendría sus aguas en sus momentos más revoltosos. Así se convirtió en el Paseo de Julio. Se fue extendiendo hasta que, en 1898, cuando finalizó la construcción de Puerto Madero, los loteos y calles se ampliaron hacia el este dejando, de este modo, de ser un paseo ribereño como había sido planeado en sus orígenes. Finalmente, en 1919, una Ordenanza Municipal le puso su nombre actual, Avenida Leandro Alem. No podemos dejar de mencionar la recova que fue creada gracias a una Ordenanza Municipal del año 1875 que obligaba a los frentistas a construirla y, si bien no se cumplió esa ordenanza con la celeridad esperada, hoy no concebiríamos a la avenida sin ella que protege a los transeúntes los días de lluvia.
Por otro lado, en 1738, la calle San Nicolás era uno de los pocos senderos desdibujados que se dirigía de este a oeste de la ciudad, llamado en sus comienzos Sendero del Sol. Nacía en el Río de la Plata y terminaba no mucho más allá entre quintas, pastizales y zonas descampadas. Su nombre se lo debía a la Iglesia de San Nicolás, que se encontraba en la intersección con la calle Carlos Pellegrini, donde hoy está el obelisco. Luego de la Revolución de Mayo, precisamente en 1822, tomó el nombre de Corrientes y en 1936, con su ensanchamiento, se convirtió en avenida. Vio nacer el tango, vivió las riñas callejeras, conoció las pulperías y transitaron por ella los carros fúnebres hacia el Cementerio de la Chacarita durante la fiebre amarilla, y, luego de la Batalla de Caseros, se convirtió en una calle cosmopolita, bautizada la “calle que nunca duerme” debido a los teatros, cines, restaurantes, bares y librerías.
¡¿Cuánto
podemos ver en su recorrido?! ¡¿Y cuanto influenció en su desarrollo la llegada
del subte de la línea B?! Fueron apareciendo edificios emblemáticos que, poco a
poco, dejaron su sello y su historia. Si caminamos por Avenida Corrientes desde
el bajo hasta el obelisco, podemos ver varios de ellos.
El
Luna Park, la meca de Box, que es un estadio cubierto donde se celebraron
grandes eventos, desde el velatorio de Carlos Gardel hasta Holiday On Ice, recitales
diversos o el casamiento de Maradona. Construido por el arquitecto Kalnay, es
un edificio de imagen austera que combina hormigón, hierro y madera.
El
Centro Cultural Kirschner que se encuentra dónde estaba antiguamente el Palacio
de Correos y Telecomunicaciones. Es un edificio del academicismo francés
diseñado por el arquitecto Maillart, proyecto que sufrió varias reformas por
motivos económicos, hasta que, cuando fue inaugurado en 1928 por el presidente
Alvear, su diseño difería mucho del original. En el año 2002 dejó de usarse
como correo y luego del Bicentenario de la Revolución de Mayo, en 2010, comenzó
su remodelación implementando en él la última tecnología.
El
Edificio Dreyfus de estilo academicista francés, que fue proyectado por los
arquitectos Nenot, Pater y Gantner en 1921 para la cerealera Dreyfus. Enfrente
está el Hotel Jousten de estilo neoplateresco, construido sobre terrenos que
habían pertenecido al Hotel de los Inmigrantes. Hoy la cadena hotelera NH lo ha
comprado y restaurado, lo cual le hizo perder algunos elementos de su
estructura original sobre todo ornamentos.
El
edificio Comega de aristas rectas sin ornamentos, que es un ejemplo del
racionalismo, realizado entre 1931 y 1934 por los arquitectos Douillet y
Joselevich sobre un terreno donde estaba el viejo Hotel Nacional, antigua
residencia de Francisco Madero. Formado por dos volúmenes laterales y una torre
central mas alta. Tiene 21 pisos, del 1 al 18 son oficinas y en el 20 se
instaló en sus comienzos el Comega Club, desde donde la sociedad de aquel
momento pudo ver pasar al dirigible Graf Zeppelín en 1934 o, dos años después,
la procesión por la muerte de Carlos Gardel que se dirigía al Luna Park. Pertenece
a la segunda generación de rascacielos de Bs. As. y rivalizó en sus tiempos con
otro también de estilo racionalista, el edificio Safico, de viviendas, a dos
cuadras de allí sobre Corrientes, hasta que en 1936 el Kavanagh los superó
ampliamente en altura a ambos.
La
Iglesia Evangélica Metodista, que fue inaugurada en 1874, la primera en América
Latina de estilo neogótico, con vitrales traídos de Inglaterra y un órgano
único en el país.
El
Teatro Gran Rex, terminado en 1937 es un exponente de racionalismo arquitectónico,
con su fachada aventanada, estructura de hormigón y cabriadas metálicas en el
techo de la sala, obra del arquitecto Prebisch. El Teatro Ópera, hermoso exponente
del Art Decó en Argentina inaugurado en 1936, fue construido donde se ubicaba
el viejo Teatro de la Ópera inaugurado en 1872. Allí actuaron grandes
celebridades, desde Ariel Ramírez y Los Abuelos de la Nada hasta Edith Paif o
Les Folies Berger. Su fachada es un volumen central de líneas curvas con
columnas, ventanas alargadas y remata en una torre telescópica. Ambos teatros
junto con el Teatro Tabarís, que fue uno de los más importantes cabarets de la
época, formaban un conjunto de las salas de espectáculos más importantes de
Buenos Aires y Latino América.
Y
por supuesto, un poco más allá dando fin a nuestro recorrido de hoy, está el
Obelisco, obra del arquitecto Prebisch e indiscutible símbolo de la Ciudad de
Buenos Aires.
Podemos
ir y volver por esas avenidas cuantas veces queramos. Podemos encontrar más
edificios que los que les estoy mencionando aquí. Podemos dibujar aquí, allá o tal
vez más lejos. Utilizar diferentes técnicas o sacar fotos de los lugares que
más nos gusten. Podemos tomar nuestro cafecito en la calle que nunca duerme o
comernos una pizza.
Pero
lo que no podemos hacer es no hacer nada. Así que a prepararse que hay mucho
que trabajar. Y si llueve nos cubrimos bajo la recova, así que no hay excusas. Nos
vemos…
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