Palermo es uno de los barrios más grandes de la Ciudad de Buenos Aires y, su característica principal, es ser el pulmón de la Ciudad por sus espacios verdes. Un barrio que, además, está formado por sub-barrios no oficiales: Las cañitas, Palermo Viejo, Palermo Soho, Palermo Hollywood y, por qué no mencionar, Palermo Chico, que hoy nos convoca a visitarlo. Sub-barrio que fue parte de la residencia de Juan Manuel de Rosas y que nació en los terrenos que se usaron para los festejos del Centenario de 1910 para la Exposición Industrial. Creado por Carlos Thays, que rompió con el damero habitual de la Ciudad, para introducir curvas y diagonales, además de vegetación autóctona. Llamado Grand Bourg en sus comienzos, se construyeron en él grandes residencias en grandes lotes, como el Palacio Errázuriz o importantes embajadas y petit hoteles o casas Tudor sobre lotes más angostos. Barrio de elite y uno de los más caros de la ciudad que, a partir del año ´40, también fue invadido por los edificios de departamentos.
Por allí nos encontramos esta vez, visitando una de sus plazas, la Plaza de la República de Chile, rodeada por las Av. del Libertador, Figueroa Alcorta y las calles Tagle y Mariscal Castilla, con árboles y senderos que nos llevan a recorrerla. Alberga en su interior esculturas de personalidades de diferentes ámbitos: militares, literarios, religiosos y políticos. Forma conjunto y rodea, por ambos lados, a la Embajada de la República de Chile, la cual nació de un concurso binacional entre Argentina y Chile en el año 1966. Es un ejemplo de arquitectura moderna latinoamericana formada por cintas ondulantes que se superponen en forma escalonada generando terrazas con interesantes llenos y vacíos. Tiene basamento de piedra que se amolda y aferra al terreno circundante y un estilo que se diferencia de la edificación de la zona.
Enfrente, cruzando Av. del Libertador, encontramos el Museo de Arte Decorativo que funciona en el Palacio Errázuriz, construido en estilo neoclásico francés por el Arq. René Serget, quien dirigió la obra sin pisar Argentina. Residencia, entre 1918 y 1936, de la familia formada por Josefina de Alvear, - sobrina de Torcuato de Alvear, intendente de la Ciudad, y prima de Marcelo T de Alvear, presidente de nuestro país electo en 1922,- y Matías Errázuriz Ortúzar, embajador chileno. Ambos volvieron de Europa con una colección de obras de arte europeo y oriental y, en 1936, luego de la muerte de Josefina de Alvear, el Estado Nacional compró la casa y las colecciones, transformándose un año después en museo. Edificio avanzado para la época, con sistema de calefacción, dos ascensores y un aspirador centralizado de polvo. Consta de un imponente jardín de estilo francés y el eje central es la fuente de los cisnes, evocando el Palacio de Versalles. Una de las mansiones más elegantes de la Ciudad. Funcionan en su interior la Academia Argentina de Letras, la Academia Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Decorativo y el Museo Nacional de Arte Oriental. Su construcción se inició a comienzos de la década de 1910. No solo el edificio es una obra de arte en sí mismo, sino que muestra el estilo de vida de una familia patricia de comienzos del s. XX, donde abundaban los lujos, el confort y las grandes recepciones, conciertos y bailes de caridad y que albergaba y alberga piezas de arte, mobiliario, tapices, joyas y otros elementos de diferentes épocas: de los s. XVIII y XIX, Art Decó, s. XX y estilo Luis XVI.
Y en la otra esquina, también sobre Av. del Libertador, vemos el edificio del Automóvil Club Argentino. Claro ejemplo del movimiento racionalista y su nuevo monumentalismo. El Ing. Antonio Vilar, vanguardista para la época, dedicado desde 1936 a llevar adelante el plan vial estratégico que el ACA encaró conjuntamente con YPF, fue el encargado de todos los edificios de la institución. Pero en este caso, armó el plan y fue quien se ocupó de unir a los mejores arquitectos racionalistas del momento para realizar esta obra en forma conjunta. Comenzado en 1942 y finalizado al año siguiente, muestra una fachada plana y rectangular hacia Av. del Libertador y curva hacia atrás, funcional a las necesidades de servicios del edificio. Muestra la arquitectura para una sociedad que se transformaba al ritmo del automóvil. A esos arquitectos e ingenieros se sumaron escultores, pintores y artistas que decoraron el edificio tanto en su exterior como en su interior. Hoy su terraza integra el programa de miradores del GCBA ya que desde allí se puede disfrutar de una magnífica vista de Palermo, Recoleta y el Río.
Recorramos presencialmente este pedacito de Buenos Aires, después de tanto tiempo de encierro y de tanta virtualidad. Como todo, tiene su lado bueno y su lado no tan bueno, pero seguramente valoraremos un poco más el reencontrarnos.
Sandra Machado
CRISTINA MONMANY
No hay comentarios:
Publicar un comentario