En
el año 1853 se crea el Estado de Bs. As. Sus límites eran: al oeste, la Plaza
Miserere y las actuales avenidas Jujuy y Pueyrredón; al norte, la avenida Santa
Fe; al sur, la avenida San Juan; y al este, estaba el río. Sin embargo, además
de esta área central, había dos sectores urbanizados desde principios del siglo
XVIII, pero más alejados: Flores y Belgrano.
A unas siete horas de carreta por
el camino de los “Reynos de Arriba”, (luego Camino Real y hoy avenida
Rivadavia), camino obligado al Perú, se encontraba San José de Flores, que en
sus orígenes pertenecía al Pago de la Matanza, pero que, en el año 1887, pasó a
formar parte de la Ciudad, conjuntamente con Belgrano. Se asentó sobre la
chacra de Juan Diego de Flores y sus herederos decidieron formar un pueblo a
ambos lados del camino. En el centro destinaron una manzana para iglesia y el
cementerio, otra para la Plaza y otra para mataderos y corrales. Era un
cuadrado de nueve manzanas y el preferido por la elite porteña para asentar las
quintas veraniegas, ya que decían que su altura y la lejanía de la ciudad, lo
convertían en un lugar más saludable para sus habitantes. Su mayor crecimiento
fue con la llegada del ferrocarril, en los años posteriores a la fiebre
amarilla, con la llegada del primer tranvía desde la Plaza de la Victoria (actual
Plaza de Mayo) a la Plaza Pueyrredón y el empedrado del Camino Real.
La Plaza ocupa hoy el lugar original, avenida Rivadavia al 6900. En sus comienzos potrero, estacionamiento de carretas y lugar de fusilamiento. Por sus lados pasaban los cortejos fúnebres de camino a los cementerios y fue centro de operaciones del ejército de la Confederación contra Rosas. Solo después de su derrocamiento se decidió convertirla en lugar de esparcimiento y reuniones. Y fue, gracias a la colecta de los pobladores, que se iniciaron los trabajos de parquización de acuerdo a ideas europeas. Primero se llamó “14 de Julio”, en 1862 se instaló la primera calesita, luego se llamó “San José” y finalmente, en el año 1894, toma su nombre actual, Plaza General Pueyrredón, pero para sus vecinos, fue y será “Plaza Flores”. En ella se encuentra el monumento a Pueyrredón, otras esculturas de artistas argentinos y un mástil, obra de Luis Perlotti. También un retoño del algarrobo histórico de la quinta de Pueyrredón, bajo el cual se entrevistó con San Martín en 1818. Cruzada por senderos que la dividen al medio en ambos sentidos y otros que la cruzan en diagonal. Declarada patrimonio histórico y puesta en valor por el gobierno de la ciudad.
Pero … ¿qué nos muestran sus alrededores?
·
Su
iglesia, consagrada a Basílica en 1912, que al principio era de adobe, madera y
paja, construcción precaria que duró poco. Que fue construida dos veces más,
con donaciones de la gente para que estuviera acorde a las residencias de sus
alrededores;
·
Los
barrios municipales que nacieron a principios del S.XIX para otorgar viviendas
dignas a las clases obreras o de inmigrantes;
·
El
barrio Bereterbide, que surge con el aumento poblacional y el loteo de las
grandes quintas de las familias adineradas, en terrenos menores, en medio de
luchas familiares y herencias; otra concepción de barrio con edificios en el
perímetro y áreas comunes en el interior.
·
El
cambio de fisonomía del barrio, con el arribo de diferentes colectividades:
judíos, armenios, paraguayos, bolivianos, que impusieron sus ideas, sus cultos
y sus festividades;
·
Los
pasajes Salala, Pescador y Espejo, a los costados de la iglesia y llenos de
misterio. El pasaje Hugo del Carril, que era muy movido de dia y peligroso de
noche, y que hoy, declarado patrimonio histórico, reemplazó los grafitis por murales
de mosaicos.
·
La
casa Marcó del Pont, la única casona de estilo italianizante que logró
mantenerse en pie.
·
La
galería de Flores, con su cúpula pintada por artistas de la época o la farmacia
convertida en Bar Notable, donde se mezclan los frascos de remedios con bebidas
espirituosas, en un arrebato de locura.
·
Estaciones
de subte, tren y colectivos que la convierten en un distribuidor hacia todos
los destinos
·
Y
tantas cosas más…
Plaza
que acumula historias, personalidades, acontecimientos políticos y curiosidades
a su alrededor. Plaza que escuchó hablar a San Martín y a Pueyrredón, despidió
a Quiroga el día de su muerte y asistió a la firma del Pacto de San José de Flores.
Plaza que vivió una epidemia que no era la actual; vio el nacimiento del
ferrocarril; la construcción de calles de tierra, su adoquinado y posterior pavimento;
el crecimiento de la elite y la creación de la villa 1 11 14. Plaza que vio
pasar artistas, políticos, escritores, actores y hasta a un Papa por sus
veredas. Plaza que vio la construcción de casonas a su alrededor, su derrumbe y
la elevación de las grandes torres que vemos hoy.
Y sí … al mirar hacia arriba
vemos hoy su gran transformación. Grandes moles grises, enormes edificios con
sus balcones que la rodean y la abruman y eso me hace pensar en un poema de
Baldomero Fernández Moreno, escritor y vecino del barrio …
“!setenta balcones hay en esta
casa, setenta balcones y ninguna flor!”
Sandra Machado
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