Parque Patricios es uno de los 48 barrios de la Ciudad de
Bs. As. Sus límites son el barrio San Cristóbal al norte, Constitución al este,
Barracas al sudeste, Nueva Pompeya al sudoeste y Boedo al oeste. Es un barrio
donde los payadores convirtieron al tango y la milonga en música ciudadana. Y
el duelo criollo, cuchillo en mano, se hizo habitual. Un lugar en el cual
crecieron fondas y prostíbulos alrededor de los mataderos que se asentaron para
faenar ganado del interior. Uno de ellos era el Matadero del Sur o de los
Corrales, que en el año 1867 fue trasladado a donde hoy se encuentra el Parque
Patricios, pero hacia 1896, ya absorbido por la ciudad, fue ubicado en Nueva
Chicago, junto al Frigorífico Lisandro de la Torre. Así, su predio quedó
abandonado y la Municipalidad decidió transformarlo en un parque. En 1902, Carlos
Thays presentó los planos de lo que sería el Parque Patricios: un pulmón verde
que, con el tiempo, le dio identidad al barrio y dejó atrás la imagen de los
corrales y mataderos. A mediados del siglo XX, el barrio, de tradición obrera,
fue elegido para levantar conjuntos habitacionales de vivienda pública, pero décadas
más tarde, la Línea H del subte cambió su historia: donde había galpones,
depósitos y fábricas, aparecieron edificios de oficinas y comercios, y también
se instalaron instituciones como el Archivo General de la Nación y la jefatura
del Gobierno porteño, junto con algunos ministerios.
Cuenta, además, con una joya arquitectónica y educativa:
el Instituto Bernasconi. Construido en los terrenos que fueron parte de la
quinta del geólogo Perito Moreno, es el mayor instituto educativo de la ciudad.
Alberga cuatro escuelas primarias, una de coro y orquesta, dos museos, un salón
de actos y dos piletas. De estilo neo-renacentista, con planta rectangular y
dos torreones en los extremos, el edificio cuenta con dos pabellones que rodean
dos patios, divididos por un pabellón central. Fue diseñado por el arquitecto
Juan Waldorp en 1918 e inaugurado en 1929, y lleva el nombre de Félix
Bernasconi, hijo de inmigrantes suizos, que al morir legó su fortuna al Consejo
Nacional de Educación con la condición de que erigiera un palacio destinado a
escuela en la Ciudad de Bs. As. Se levanta sobre una lomada, rodeado de
jardines donde hay un aguaribay plantado por el geólogo Perito Moreno en 1872,
declarado árbol histórico nacional en 1940. Pero podemos ver mucho más en este
barrio.
A pocos pasos de allí se alza la Maternidad Sardá,
proyectada por los arquitectos Miguel Madero y E. Fontecha, e inaugurado en
1934. Es un edificio con diseño racionalista, sobrio e imponente, de grandes
dimensiones: pabellón central, dos laterales con altura uniforme de tres pisos
y acceso jerarquizado. Lamentablemente, su historia también guarda cicatrices:
fue escenario de épocas convulsas y oscuras de la Argentina, donde se robaron
niños y desaparecieron madres.
Si seguimos rumbo al Parque, nos encontramos con la
Parroquia y Santuario San Antonio de Padua. Todo comenzó en el año 1900, cuando
el párroco Fernando Pearson instaló una capilla en un galpón, bajo la
advocación de San Antonio de Padua. Aquel gesto transformó un lugar periférico
en un centro religioso. En 1907 fue elevada a parroquia y en 1913, su sucesor
solicitando limosnas, impulsó la creación del templo definitivo en su
emplazamiento actual. La obra comenzó en 1923 y, siete años después, estaba
terminada. Fue declarado santuario en 1982. Su estilo barroco, con arcos de
medio punto, columnas corintias y galería en el atrio se combina con la luz que
atraviesa los vitrales, creando un efecto casi mágico en su interior.
Y también debemos hablar del Estadio Tomás Adolfo Ducó, orgullo
del club atlético Huracán, conocido popularmente como “El Palacio”. La Smart
Plaza, pegadita al parque, es la primera plaza inteligente de América Latina y sorprende
con realidad aumentada, inteligencia artificial, zoológico virtual, y hasta un
patio de comidas. Otro hito moderno es la sede del Gobierno de la Ciudad, que
nos deslumbra con un diseño del arquitecto Norman Foster para la sede del Banco
Ciudad, que luego fue adaptada para albergar la Casa de Gobierno porteño. Su
arquitectura privilegia la sustentabilidad y la iluminación natural. Sus cuatro
niveles balconean hacia el frente con vistas directas al parque a través de sus
paredes completamente vidriadas. El edificio remata en una cubierta ondulada de
hormigón que se apoya sobre esbeltas columnas del mismo material. También,
dentro del Distrito Tecnológico aparece otra sorpresa: el edificio Google o Hit
8, instalado en lo que fue un edificio industrial. Su fachada espejada da la
idea de movimiento constante.
Parque Patricios exhibe conjuntos habitacionales que
marcaron una época: como el Conjunto Rioja (1973) proyectado por el estudio de Santos,
Solsona, y otros, con sus 445 viviendas interconectadas por puentes; o las
Torres Matheu (1960), proyectadas por el estudio Roca y Llanos que son de 6
edificios de departamentos de 21 pisos cada uno, levantados para alojar a
empleados de comercio.
Entre tanta historia y arquitectura aparecen los
Croquiseros Urbanos, por supuesto. Siempre lápiz en mano, siempre cuaderno
abierto. Se los ve por todos lados: en sus banquitos plegables, haciendo
equilibrio con sus materiales de dibujo; en la ventana de un bar, asomados y sin
perder detalle. Tal vez añorando ver pasar a los boxeadores Ringo Bonavena o a
Horacio Acavallo, o tal vez a Gardel con Enrique Santos Discépolo, todos
referentes del barrio. Pero en el mientras tanto, quien sabe, no te descuides,
porque si te detenés mucho tiempo a mirarlos, quedas inmortalizado en su hoja…
tal vez mejor que en una selfie.
Sandra Machado