La Plaza Clemente se encuentra en el barrio de Colegiales y
forma parte de un corredor verde que tenía como objetivo llegar a las 110
hectáreas de nuevos espacios públicos y verdes en la Ciudad. Se inauguró en el
año 2019 y fue producto de un trabajo conjunto de los vecinos del barrio con el
Gobierno de la Ciudad, una lucha que había comenzado muchos años atrás, en el
año 2007, cuando por Ley, la Legislatura Porteña clasificó ese espacio como
Urbanización Parque. Incluso en 2013, se lo bautizó Clemente en honor a Caloi,
el creador del personaje. Sin embargo, los resultados se demoraron, la plaza era
invisible, hasta en algún momento se pensó en reemplazarla por estacionamientos
y locales comerciales. Pero gracias a los vecinos, finalmente, hubo final
feliz.
Se ubica en terrenos que estaban abandonados entre las
calles Concepción Arenal, Conde, Dorrego y Enrique Martínez y ocupa cerca de
8.000 metros cuadrados. Entre las obras se incluyeron la renovación de las
veredas de las calles Martínez y Conde, la nivelación del asfalto de la calle
Conde para transformarla en una calle de convivencia, donde transitan los
vehículos a una velocidad máxima de 10 km/h, la colocación de placas de granito
mencionando hechos importantes del barrio, como su fundación, la población
querandí que ocupaba el territorio, la historia de la línea ferroviaria y los
avatares de la creación de la plaza. En su interior encontramos áreas de
cemento con forma de gotas, cruzadas por calles internas que van conformando
diferentes espacios: anfiteatro, vaporizadores, mesas comunitarias,
observatorio de mariposas, mesas de ajedrez, juegos de agua. Cuenta con árboles
nativos organizados en 3 áreas: el Pastizal, la Selva Marginal, y el Talar, con
alrededor de 250 árboles como lapachos, ceibos, anacahuitas, palmeras, pindós y
42.500 herbáceas. Es una plaza accesible e inclusiva al 100%, ya que tiene
rampas y planos hápticos legibles al tacto para no videntes, pictogramas para
chicos con autismo, juegos para chicos con alguna discapacidad, baldosas podo-táctiles
para guiar a no videntes al cruzar las calles y otros.
Su remodelación estuvo a cargo de la empresa Naku
Construcciones, quienes se encargaron de la obra hidráulica del entubamiento
subterráneo bajo la calle Conde desde Dorrego a Concepción Arenal, la instalación
eléctrica para alumbrado público, la colocación de columnas con artefactos y
luminarias Led y el riego por aspersión.
Y, como si esto fuera poco, además de la Plaza Clemente
podemos pasear por este corredor del cual forma parte la plaza. Enfrente, en
Conde entre Santos Dumont y Concepción Arenal, tenemos la Plaza Mafalda, en
honor a Quino, el creador de la historieta, dividida en 7 sectores que llevan
el nombre de sus personajes y atravesada por caminos que forman un Ta-Te-Ti.
Podemos deleitarnos también con el mural de Frida Kalo,
realizado por Campos Jesses, en el que los collares de Frida son cadenas
amuradas a la pared. Y sobre la pared del Distrito Audiovisual, vemos murales
de famosos artistas callejeros.
Para culminar nuestro recorrido, vislumbramos el emblema del
barrio, el Mercado de Pulgas, un túnel del tiempo bajo un gran tinglado, ubicado
en Álvarez Thomas y Dorrego, donde se unen las antigüedades más variadas en su
interior, en los puestos de ventas llamados “pulgas”, con sus coloridos murales
de su exterior. Allí se encontraba el viejo Mercado Dorrego, que fue inaugurado
en 1928 y ocupaba 4 manzanas que habían pertenecido al ferrocarril, limitadas
por las calles Dorrego, Concepción Arenal, Zapiola y la Av. Álvarez Thomas. En
1930 pasó a llamarse Mercado Mayorista Dorrego, dependía de la Municipalidad y
era el lugar donde los quinteros, en su mayoría de origen italiano, llevaban
sus productos, frutas y verduras, para la venta mayorista. Así funcionó hasta
diciembre de 1983, cuando se creó el Mercado Central. Pasó entonces al abandono
hasta 1996, cuando en un sector del Mercado comenzó a instalarse el Mercado de
Pulgas, donde las personas se dedicaban a recolectar lo que la gente rica de la
zona desechaba para luego venderlo a otros que lo necesitaran, bajo el lema
“Nada se tira, todo sirve, todo se transforma”. En él hay orden y desorden,
caos y organización, pero la variedad es su impronta.
Y así recorrimos este lugar. Uno donde seguramente hay mucho
más para ver y disfrutar: nuevas construcciones o remodelaciones de antiguos
espacios que hoy se adaptan a nuestra época; nuevos sectores de esparcimiento,
como los cafecitos o restaurantes repartidos por la zona o nuevos espacios
verdes que oxigenan nuestra ciudad.
Ay… croquiseros, croquiseros. Cuanto hemos visto y dibujado
en todos estos años. Es una experiencia interminable porque a lo largo de los
días, meses o años todo se va transformando y evolucionando, algunas cosas para
bien y otras no tanto, pero no por eso dejan de ser importantes, ni
maravillosas. ¿Y que haremos después de dibujar? Ajá!!! La pregunta del millón.
Podemos tomar fresco bajo un árbol de las áreas verdes contemplando a Mafalda o
a Clemente, o comprar una vieja tabla de planchar, un cartel pintado, un buzón,
una lámpara, una joya antigua o cualquier otra cosa en el Mercado de Pulgas, o…
tomar nuestro habitual cafecito en algún bar del nuevo polo gastronómico que se
está formando en la zona. Pienso y pienso, pero no me decido... así que no sé, será
donde la tarde nos lleve.
Sandra Machado
GABY TERZANO
CESAR ROBLES