La Av. Rivadavia es una de las más importantes de la Ciudad y el oeste del Gran Buenos Aires y la más laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarga que tenemos. Desde el siglo XVIII sufrió varios cambios de nombre hasta que, en 1857, tomó el actual y, desde 1935, forma parte de la ruta 7, con la construcción de la Autopista del Oeste. Lleva su nombre por el primer presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia, y es el eje del barrio de Caballito, donde se encuentra el centro geográfico de la Ciudad; uno de los barrios más poblados que, en sus orígenes, era de casas inglesas, pero que, con el crecimiento poblacional, se vio invadido por infinidad de edificios altos, contrariamente al deseo de sus vecinos. La Av. Rivadavia, a su paso por el barrio, genera una zona comercial que es una de las más importantes, principalmente desde Av. La Plata en adelante y, en la unión con la calle Rosario, comienza a ser de doble mano.
En el recorrido que nos interesa hoy, encontramos el Parque Rivadavia, construido en terrenos que pertenecían a la Quinta de la familia Lezica. El proyecto estuvo a cargo de Carlos Thays y Francisco Lavecchia. Una gran arboleda rodea el lago artificial, en su interior encontramos una vieja noria de la época, que hoy es una fuente y hay dos esculturas: el Monumento a la Madre, de Luis Perlotti y el Monumento a Bolívar, de Carlos Fioravanti, que está formado por un arco de líneas rectas de mármol blanco que encuadra la escultura de bronce rodeada por figuras de mármol y bajo relieves. Hoy, además, hay una pista de patinaje, juegos, un anfiteatro y se arma una feria de libros los fines de semana y la famosa Feria del Ombú dedicada a filatelia y numismática. En el año 2003, fue enrejado, mejorada su iluminación, se instaló riego por aspersión, se plantaron más árboles y se mejoró la seguridad.
En
frente, encontramos el Club Italiano, fundado con el objetivo de promover el
uso de la bicicleta de forma recreativa y deportiva. Originalmente, funcionaba
en un predio alquilado en el barrio de Recoleta, pero luego de ser expropiado
por la Municipalidad alquilaron, en 1910, un predio donde había una quinta de
frutas y verduras, frente a Quinta Lezica. En 1922 lo compraron y lo ampliaron adquiriendo
otras propiedades linderas, al mismo tiempo que agregaban disciplinas
deportivas.
A
los pocos metros, está la iglesia de Caacupé, obra del Arq. Alejandro
Christophersen, ubicada en la quinta de los Wanklin, frente a la de los Lezica,
que luego fuera ocupada por Julio A. Roca cuando fue presidente. Data de 1882
cuando desembarcaron en Buenos Aires las primeras religiosas de la Congregación
de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, quienes levantaron el convento como
base de su congregación, gestándose enseguida, la idea de un colegio. Sufrió
ampliaciones y modificaciones hasta que, en 1937, fue expropiada con la idea de
instalar la Municipalidad de Buenos Aires en el centro de la ciudad. Como
tantas otras ideas, esta también quedó en el camino y abandonada, al igual que
la iglesia. Hasta que, en 1983, le es entregada al episcopado y se le asigna la
categoría de sede de nueva parroquia, bajo la advocación de Nuestra Señora de Caacupé,
Patrona de la República del Paraguay. Finalmente, en 1984, se habilitó
nuevamente el templo, después de su renovación y mejoramiento.
Un
poco más al oeste nos mira, desde las alturas, el Edificio Nicolás Repetto, una
mole de departamentos bautizada como el Elefante Blanco, construida por la
cooperativa El Hogar Obrero, fundada en 1905 por Nicolás Repetto y Juan B.
Justo, dedicada, entre otras cosas, a proveer a la clase obrera de viviendas de
bajo costo. Una obra muy pretenciosa para la época, construida sobre un predio
donde había funcionado el Sanatorio Argentino. Edificio de 3 cuerpos, uno sobre
Av. Rivadavia, otro sobre Rosario y uno transversal entre ambas calles, con un
gran almacén para abastecimiento de alimentos en la base, el inicio del
supermercado. Sus arquitectos fueron Acosta, Bereterbide y Felici.
Si
seguimos andando, podemos entrar en el Mercado El Progreso, en la esquina de
Av. Rivadavia y Silvia, hoy Barco Centenera, inaugurado en 1889 por la Sociedad
del Progreso de Caballito y que abastecía principalmente a los barrios de
Caballito, Almagro y Flores. Su arquitectura netamente funcional, fue realizada
en hierro, ladrillo y mármol con cubierta metálica y en su frente se colocaron
letras Art Decó. Entraban carros y carretas por ambas calles. Se lo comparaba
con los mejores de Paris, ya que su ventilación, su estudiada orientación y su
limpieza lo convirtieron en uno de los mas higiénicos de la época. El pabellón
central era libre sin paredes, reservado para la venta de carnes; en una de las
galerías había tablas de mármol con fuentes de agua para la venta de pescados;
el resto de las galerías estaban reservadas para la venta de frutas y verduras
y en el frente, había almacenes. En el centro se ubicaban fuentes de agua para
provisión general. Según cuentan las malas lenguas, fue centro de reclutamiento
de las tropas para la revolución de 1890. Hoy conserva su fisonomía y fue declarado
de interés cultural en el año 2001.
Y
llegamos a la plaza Primera junta, plazoleta que funciona como polo de
combinación de transportes: subte, varias líneas de colectivos y la estación
Caballito del tren Sarmiento y como zona comercial de importancia, le da el
nombre a toda la zona. Es una plazoleta angosta que marca el inicio de la calle
Rosario. En ella se ubicó, con motivo del centenario, la estatua de Miguel de
Azcuénaga, vocal de la Primera Junta de 1810, y en 1914, la Compañía Anglo
Argentina, inauguraba la estación del primer tranvía subterráneo, hoy Línea A
del subte, por lo cual la estatua se trasladó a la esquina de la calle Rojas.
En ella hay un mástil con dos altorrelieves, uno de la Porteña, primera
locomotora del Ferrocarril del Oeste y otra de La Pulpería, por la pulpería decorada
con una veleta con forma de caballito, que le dio el nombre al barrio. Ambas
obras póstumas de Luis Perlotti.
Y
si regresamos por Rosario, nos encontraremos, en Rosario 250, con la casa
Sureda, frente al parque Rivadavia, construida en 1922 por el Arq. Aldo
Flándoli, catalán. En su momento era la construcción más alta de la cuadra y
tan importante, que las revistas de arquitectura de la época, le dedicaron varias
notas. Al morir sus padres, las hijas de Sureda la donaron a una institución
que la convertiría en el Centro Cultural Sureda y fue declarada patrimonio
cultural. De estilo ecléctico, bajo lineamientos de Petit Hotel, con elementos
de arquitectura italianizante y gótica veneciana, por los azulejos, vidrios de
color y ventanas en el piso alto de la torre. Posee un enorme jardín con
árboles centenarios. Pero, poco a poco se transformó … en la más petiza de la
cuadra.
Y en nuestro paseo virtual por la zona, encontraremos el Liceo Nº 2, el Centro de Capacitación Docente Nº 7, la Parroquia Santa Rosa y muchos edificios más, que esperan ser admirados. Muchos de ustedes ya dibujaron y otros ni siquiera empezamos, pero aprovechemos nuestra última salida virtual, que la próxima … nos vemos de verdad, en vivo y en directo. ¡¡¡Chau!!! Arq. Sandra Machado
OSCAR PADREVECCHI