domingo, 3 de agosto de 2025

Croquiseros Urbanos Bs. As. - Salida Nº 169 - Plaza Castelli - Barrio de Belgrano - 19/07/2025

Hoy volvemos al Barrio de Belgrano, más precisamente al sub barrio no oficial de Belgrano R y, en particular, a los alrededores de la Plaza Castelli, que se encuentra, desde el año 1947, en el predio delimitado por las calles Echeverría, Conde, Juramento y la estación Belgrano R del Ferrocarril Mitre. Antiguamente, este sector era parte del viejo “Circo de las Carreras”, un hipódromo construido en 1857, que ocupaba unas 30 manzanas entre las calles Olazábal, Pampa y las avenidas Melián y Cramer. Se corrían carreras a la inglesa, con atuendo de yóquey, dejando atrás el chiripá criollo y anticipando la importancia que le daría esta colectividad al Barrio. En el año 1872 se abrió la estación Belgrano R —Buenos Aires-Rosario— del Ferrocarril Mitre, (¡No! La R no es por Belgrano Residencial), entre las calles Pampa, Echeverría, Freire y Zapiola y, en el año 1875, el Circo cerró sus puertas. En 1886, las autoridades locales lotearon las manzanas que ocupaba. Algunos lotes se los dieron a empleados de la compañía que proveía el gas para el alumbrado de la ciudad, la mayoría europeos. Y el resto se subastaron con la obligación de construir en forma inmediata. Así fue que varios empleados de la compañía de trenes, en su mayoría ingleses, se instalaron en el barrio y con lo recaudado por la venta de los terrenos empedraron las calles.
Así fue tomando forma este barrio tan especial. Calles amplias, muchas todavía con su increíble empedrado, poca circulación de autos y frondosos árboles que unen sus copas en el infinito. El silencio se siente y la calma, también. Su arquitectura es de grandes casonas de estilo europeo —sobre todo inglés, pero también francés—, que le dan un aire sumamente distinguido.
Entre sus joyas arquitectónicas está el Palacios Hirsch, una de las casonas victorianas más lindas del lugar, que ocupa un cuarto de manzana en la esquina de Conde y Juramento. Su ubicación no es casual, ya que su propietario, John Angus, irlandés enamorado de la Argentina, era gerente de un frigorífico ubicado en Campana, el primero del país, y decidió que su casa debía estar cerca de la estación del tren para llegar rápido a su trabajo. Su diseño y construcción pertenecen al arquitecto inglés John R. Sutton, cuyo cuerpo central es la casa original, inaugurada en 1895 y a la que llamó “Residencia Belmont”. Angus vivió allí con su familia poco tiempo y luego la compró Alfredo Hirsch, en 1910, un judío nacido en Alemania, presidente y copropietario de la empresa Bunge y Born, un gran coleccionista de arte y platería colonial. La residencia Hirsch, entonces, cambió su fisonomía, ya que en los años ´20, el arquitecto Kronfuss construyó el ala izquierda para ubicar la zona de música —donde la Camerata Bariloche hizo su primera presentación— y, en los años ´30, realizó una nueva ampliación, el ala derecha, donde se ubicaron comedores y sectores privados. Allí vivió su familia durante varias décadas y personal de mantenimiento. Tenía detalles sorprendentes para la época: el segundo ascensor Otis de la ciudad y sistema de aspiración central. Sus líneas son de estilo inglés con toques eclécticos, muy propio del estilo eduardiano del siglo VII que tuvo lugar en el Reino Unido entre 1901 y 1910. En los años noventa fue restaurada y puesta en valor, manteniendo sus líneas originales, hasta que fue declarada Patrimonio Histórico de la Ciudad. Su colección de arte hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes, en la Sala Hirsch, y ya no funciona como vivienda, sino que abre sus puertas a eventos culturales.
Justo a su lado hay dos casonas gemelas. Una es una vivienda familiar, pero la otra fue el inicio del St. Brendan ´s College. En 1966 el profesor John Scanlan lo fundó junto a su esposa, en una casona inglesa típica, en Conde 2050, la primera sede con apenas 67 alumnos que se formarían en la educación bilingüe. Luego se trasladó a Superí al 2000, en el mismo barrio. Abandonada por largo tiempo, fue restaurada en el año 2012, ubicándose en ella el Centro Cultural Plaza Castelli, donde se ofrecían talleres, encuentros y presentaciones en sus hermosos salones. Hasta había un restaurant gourmet, donde se podía disfrutar del patio alrededor de una fontana custodiada por ángeles. Lamentablemente, hoy se encuentra cerrada.
En la esquina de Conde y Echeverría podemos ver la sede de la Librería Kel, principal distribuidora de libros de inglés, fundada en 1977. Su edificio es de estilo victoriano y se caracteriza por su color azul con molduras blancas. Un hito de la zona. En las otras dos equinas, se enfrentan en diagonal un edificio de características racionalistas y otro de estilo italianizante de principios del siglo pasado. Si caminamos hacia la estación por Echeverría, sobre la calle Freire estuvo el viejo edificio del Archivo General del Ferrocarril Central Argentino hasta los años ´90, hoy remodelado por los dueños del restaurant Olegario. Y si observamos la estación veremos recuerdos de sus orígenes: la vieja boletería, el pasaje subterráneo, la garita, la vieja estación y alguna que otra construcción más.
Este pequeño pueblo o pequeño mundo, como lo llaman sus vecinos, es un Área de Protección Histórica custodiada por la Sociedad de Fomento —cuya sede está sobre la Plaza Olmos, cruzando las vías—, y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por lo que cualquier modificación debe ser aprobada por ambos. Lo mismo pasa con muchos de sus edificios. Y en lo comercial, solo se permiten los locales vinculados con el sector de servicios.
Me gustaría contarles que esta plaza y esta zona fueron el escenario de mi infancia, de mi juventud, como así también del de mis hijas. Recuerdo a mi papá, siendo muy joven, tomando el tren con vagones de madera marrón oscuro rumbo a Retiro, en esa estación todavía a nivel del suelo. También recuerdo cuando yo tomaba ese mismo tren, varios años después —ya con sus vagones celestes y blancos y la estación elevada—, hacia mi primer trabajo.
Siendo chica mis padres me llevaban a los juegos de la Plaza Castelli: hamacas, toboganes y sube y baja. Nada muy sofisticado. Y a la vieja calesita en Juramento y las vías, a la que llevaron también a mis hijas, tiempo después. Ellas en la Plaza pudieron disfrutar de juegos más modernos y rebuscados y, al caer la tarde, merendábamos en algunas de las confiterías, cerrando nuestro paseo en la librería Caledoiscopio de la que volvíamos a casa con cuentos, que leíamos juntas en la cama. Vi construir el restaurant El Torreón en los años ´70, en la esquina de Freire y Echeverría, donde muchas chicas festejaban sus 15 y donde se comen las mejores medialunas del barrio. También fui testigo de la remodelación del edificio que hoy es del restaurant Olegario, donde suelo ir a comer con familia o amigos, y de la modernización de la estación, adaptada a la nueva tecnología. Vi como mejoraron la Plaza: con bancos, iluminación moderna, juegos más divertidos, caniles, rejas perimetrales y pisos antideslizantes. Vi confiterías, restaurants y pubs ingleses aparecer y desaparecer.
Pero lo que nunca cambió es que siempre fue un lugar para pasarla bien, sobre todo en tardes soleadas, en alguna mesa en la vereda. Un lugar al que siempre me gusta volver porque fue un pedacito de mi historia. Y que, seguramente, los Croquiseros con sus dibujos la convertirán en un pedacito de la de ellos.

Sandra Machado




SANDRA TABERA



NÉLIDA LANZA



RUBÉN CIPOLLA





MARÍA CATALINA ALBERTO



EDUARDO LISERRA





ROBERTO FRANGELLA



ADRIANA PASSALACQUA



EDUARDO SMUDT


CLAUDIO PÉREZ REY




GUSTAVO COLOTTO





ADRIANA PEDRAGLIO




SANDRO BORGHINI







PAT AMODEI





MARITA SALAS



RODOLFO BESADA



ALEX SAHORES







MANUEL DOMÍNGUEZ



SILVIA POVEDA




SANDRA MACHADO




ANA SLONINSKY



SUSANA OVIEDO



LAURA VACS



GABY TERZANO





MARTA PRIGOSHIN



VICTORIA BRAUNSTEIN




DORA RUD





MARCELA SUÁREZ





ADRIÁN MUIÑO



COCO RASDOLSKY



GUILLERMO DI RENZO





CÉSAR MALLUK



MÓNICA VERDURI



















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