La calle Lavalle es una arteria de nuestra ciudad que recorre
de este a oeste los barrios de San Nicolás, Balvanera y Almagro. Nació en el
1800 como una calle de tierra, veredas de ladrillos que variaban su altura de
acuerdo a la pendiente, con casas de una sola planta construidas con adobe o
ladrillos, techos de tejas y pocos ornamentos, puertas labradas y rejas en las
ventanas. Su nombre fue cambiando de acuerdo al humor social de la época. Se
llamó Del Parque porque conducía al Parque de Armas ubicado donde hoy se
encuentran los Tribunales, y luego Merino, en honor a un general británico,
para terminar, siendo Lavalle, en honor a un general que peleó las guerras de
la independencia y las de unitarios y federales. Durante a 2º Guerra Mundial
cesa la importación de películas extranjeras, así que se transformó en la calle
del espectáculo, primero gracias al teatro y después, al cine. Vio pasar gente
de la alta sociedad, las grandes tiendas, presidentes, y el tranvía, hasta que,
en 1978, ya peatonal desde la Av. L. N. Alem hasta Carlos Pellegrini, se
convirtió en la “calle de los cines”.
Por otro lado, la calle San Martín, corre de sur a norte y recorre los barrios de Retiro y San Nicolás. Fue una de las primeras calles de la ciudad que nació cuando Juan de Garay, en 1580, realizó el primitivo trazado en forma de damero de la Ciudad de Trinidad. Sus manzanas cuadradas fueron repartidas entre los miembros de su expedición, para que se instalaran las primeras familias, las patricias, descendientes de los fundadores. Nace en la Plaza de Mayo y se interna en la “city porteña”, la zona bancaria o microcentro, y en ella se asentaron las casas matrices de los grandes bancos. Ambas calles, Lavalle y San Martín, se cruzan durante su recorrido en el barrio de San Nicolás y en él encontramos los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Hoy, varios de ellos han sido parte del Plan Microcentro de restauración e iluminación de fachadas de la ciudad, que incluye 70 edificios históricos, buscando recuperar su belleza arquitectónica, retirando los elementos no originales, aumentando su valor patrimonial, y colocando iluminación que resalte los ornamentos de sus fachadas. En este cruce, sobre la calle San Martín, encontramos, entre otros:
· La Casa Roca, (en el 579), inaugurada en el año 1908, encomendada por el presidente Roca al arquitecto Sauze como residencia para sus hijas. Fue construida en estilo neo Luis XVI y su frente, realizado en piedra Paris, fue esculpido en Francia y armado en Buenos Aires. Su fachada es proporcionada, con poca decoración. Se destacan las barandas de balcones y ventanas y la decoración del acceso sobre la puerta de madera con una ventana, en la parte superior, de bordes curvos. Su restauración finalizó en el año 2014.
·
El Edificio Mayol, (en el 543), construido por el ingeniero Mayol en el año 1917 para
edificio de renta. Su estilo es academicista francés y nos lo demuestra su
fachada con su simetría, la terminación en almohadillado y el remate en
mansarda. Las puertas y ventanas tienen arcos de medio punto combinados con
dinteles rectos y arcos apaneilados. También se destacan dos pilastras
sostenidas por grandes ménsulas. Su restauración finalizó en el 2014.
·
El Edificio Bellocq, (en el 551), obra del arquitecto Bunge realizado en 1928, de estilo
academicista francés y formado por varios cuerpos que dan a un patio central
con jardines y estatuas. Su fachada es simétrica con ventanas rectas y otras
con arco de medio punto, balcones, y remate en una cornisa recta. Su basamento
incluye un pórtico donde estaba la entrada principal, que daba directamente al
patio, pero que luego fue cerrada por un local comercial.
·
El Edificio Anchorena, (en el 523), construido en 1924 y luego, ampliado en 1934. Tiene
ventanas y puertas rectangulares o con arcos de medio punto, techos planos,
pilastras, balcones y cúpula. Las cornisas rectas toman la esquina con curvas
en los ángulos y el conjunto se va escalonando hacia arriba.
·
El Edificio La Argentina, (en el 518), construido por los arquitectos Enrique Macchi
y Felix Distasio. Su fachada consta de una sucesión de ventanas y molduras
rectas en las cornisas, que siguen la curvatura de la ochava, y balcones en los
laterales con salientes en la parte central creando un movimiento en zigzag de
la fachada. El remate del edificio, a medida que sube, se va escalonando,
finalizando en una pequeña torre circular. En el año 2015, finalizó su
restauración. Y ahora pasemos a los chimentos, ya que, en el subsuelo de esta
esquina, muchos años atrás, en 1937, se encontraba la Boite Gong, por la que
pasaron famosos, desde Aristóteles Onassis hasta Luis Aguilé o Mecha Ortiz,
pero en el año 1960, ese subsuelo se convirtió en el Bodegón La Pipeta, un
santuario del buen comer porteño, junto al Mercado del Centro y el Mercado de
la Pizza, que todavía existen.
Lamentablemente, toda esta zona, con el surgimiento de nuevas
tecnologías, las crisis económicas, y la pandemia, fue muriendo lentamente. Y
si bien el GCBA intentó mejorarla, hoy son calles sin estilo, un rejunte de
comercios que venden baratijas, bares y restaurantes al paso, con un bingo
donde antes había un cine y los llamados arbolitos que ofrecen venta ilegal de
monedas extranjeras.
Ahora los invito a viajar por los recuerdos y les cuento los míos. Caminando por Lavalle, en el siglo pasado, cuando iba hasta allí para ver una película de moda, era imposible caminar cuando llegaba la hora del inicio o la finalización de la función por la gran masa de gente que invadía la peatonal, sin contar que, si había algún estreno argentino, se sumaba la locura de los fans ante la llegada de los artistas involucrados en sus limusinas. Ese paseo ameritaba buena pilcha, no un jean, remera y zapatillas. Las mujeres íbamos con vestido, zapatos de taco y cartera, y en invierno tapado largo, y los hombres, de traje y corbata. Era “la salida”. Las grandes marquesinas iluminadas coronaban los frentes imponentes de las grandes Salas de Espectáculos, edificios realizados, en algunos casos, por arquitectos de renombre. Todo era luz y en las carteleras, se anunciaban las películas con imágenes gigantes. Imposible no recordar el glamour.
Pero volvamos al siglo XXI, a nuestra realidad. Hoy solo queda un cine por Lavalle, el Monumental, la llamada Catedral del Cine, pero que pertenece a la cadena Multiplex y no es una sala, sino varias. Y los otros edificios todavía existen, pero están escondidos detrás de sus fachadas y su arquitectura quedó mimetizada con iglesias, galerías, gimnasios, bingos, comercios varios, o cadenas de farmacias. A eso se suma la música estridente, que sale de los diversos negocios, y que se fusiona con el grito de ¡cambio!¡cambio! y los carteles de neón, con los de local en alquiler. Sin embargo, para los ojos entrenados de los croquiseros, no todo está perdido, ya que podemos dibujar el presente a partir de ese pasado que solo vive en nuestros recuerdos.
Por otro lado, la calle San Martín, corre de sur a norte y recorre los barrios de Retiro y San Nicolás. Fue una de las primeras calles de la ciudad que nació cuando Juan de Garay, en 1580, realizó el primitivo trazado en forma de damero de la Ciudad de Trinidad. Sus manzanas cuadradas fueron repartidas entre los miembros de su expedición, para que se instalaran las primeras familias, las patricias, descendientes de los fundadores. Nace en la Plaza de Mayo y se interna en la “city porteña”, la zona bancaria o microcentro, y en ella se asentaron las casas matrices de los grandes bancos. Ambas calles, Lavalle y San Martín, se cruzan durante su recorrido en el barrio de San Nicolás y en él encontramos los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Hoy, varios de ellos han sido parte del Plan Microcentro de restauración e iluminación de fachadas de la ciudad, que incluye 70 edificios históricos, buscando recuperar su belleza arquitectónica, retirando los elementos no originales, aumentando su valor patrimonial, y colocando iluminación que resalte los ornamentos de sus fachadas. En este cruce, sobre la calle San Martín, encontramos, entre otros:
· La Casa Roca, (en el 579), inaugurada en el año 1908, encomendada por el presidente Roca al arquitecto Sauze como residencia para sus hijas. Fue construida en estilo neo Luis XVI y su frente, realizado en piedra Paris, fue esculpido en Francia y armado en Buenos Aires. Su fachada es proporcionada, con poca decoración. Se destacan las barandas de balcones y ventanas y la decoración del acceso sobre la puerta de madera con una ventana, en la parte superior, de bordes curvos. Su restauración finalizó en el año 2014.
Ahora los invito a viajar por los recuerdos y les cuento los míos. Caminando por Lavalle, en el siglo pasado, cuando iba hasta allí para ver una película de moda, era imposible caminar cuando llegaba la hora del inicio o la finalización de la función por la gran masa de gente que invadía la peatonal, sin contar que, si había algún estreno argentino, se sumaba la locura de los fans ante la llegada de los artistas involucrados en sus limusinas. Ese paseo ameritaba buena pilcha, no un jean, remera y zapatillas. Las mujeres íbamos con vestido, zapatos de taco y cartera, y en invierno tapado largo, y los hombres, de traje y corbata. Era “la salida”. Las grandes marquesinas iluminadas coronaban los frentes imponentes de las grandes Salas de Espectáculos, edificios realizados, en algunos casos, por arquitectos de renombre. Todo era luz y en las carteleras, se anunciaban las películas con imágenes gigantes. Imposible no recordar el glamour.
Pero volvamos al siglo XXI, a nuestra realidad. Hoy solo queda un cine por Lavalle, el Monumental, la llamada Catedral del Cine, pero que pertenece a la cadena Multiplex y no es una sala, sino varias. Y los otros edificios todavía existen, pero están escondidos detrás de sus fachadas y su arquitectura quedó mimetizada con iglesias, galerías, gimnasios, bingos, comercios varios, o cadenas de farmacias. A eso se suma la música estridente, que sale de los diversos negocios, y que se fusiona con el grito de ¡cambio!¡cambio! y los carteles de neón, con los de local en alquiler. Sin embargo, para los ojos entrenados de los croquiseros, no todo está perdido, ya que podemos dibujar el presente a partir de ese pasado que solo vive en nuestros recuerdos.
Sandra Machado