Hoy volvemos al barrio de La Boca. Un barrio situado al
sudeste de la ciudad, que se asocia con Juan Díaz de Solís y la primera visita de
los españoles al Río de la Plata, en el año 1515, 20 años antes de la fundación
de Buenos Aires. Ese lugar cercano al Puerto de Buenos Aires, donde llegaban
los barcos y en ellos los inmigrantes, principalmente italianos, que venían en
busca de un mejor futuro. Un barrio que ellos formaron asentándose en los
conventillos, unas casitas de chapa pintada de colores, elevadas sobre pilotes
para evitar las inundaciones, que fueron la imagen de los cuadros de Quinquela
Martín, junto con los barcos, el puerto y sus trabajadores. Un barrio que vio
pasar pestes, como la de la fiebre amarilla, que vio el nacimiento del
ferrocarril, la ampliación del puerto o la construcción de los puentes sobre el
Riachuelo. Un barrio cruzado por la Avenida Almirante Brown, vinculada con la
fundación de Buenos Aires realizada por Pedro de Mendoza en el año 1536 y la construcción
de su fuerte hecho de madera, el Fuerte de Santa María del Buen Ayre que, según
la versión oficial, estaba emplazado en el lugar donde hoy está el Parque
Lezama, desde donde parte la avenida, recorriendo el barrio hasta la esquina
donde nos encontraremos, en la intersección con la calle Ayolas.
Esa esquina es, tal vez, una esquina como tantas otras del
barrio de La Boca y, el edificio, uno más abandonado en el tejido urbano de
nuestra ciudad. Sin embargo, su nacimiento nos remonta al siglo pasado, a la Europa
de la guerra, al nazismo y al arte de vanguardia. Allí se ubica el edificio del
Museo de Arte Construido, realizado, a pedido del artista y publicista Lipa
Burd, por el estudio Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Sallaberry.
La historia nos cuenta que, en el año 1941, con París
todavía bajo la ocupación nazi, la galería Denis René, de esa ciudad, organizó
una muestra de Arte Geométrico con artistas escandinavos. Dado que el nazismo
consideraba a las vanguardias como “arte degenerado”, la muestra fue llamada
Art Construit como forma de desafiar al nazismo. El nombre Art Construit no
terminó allí, sino que fue retomado en los ´80 con otras exposiciones en París
y, posteriormente, Lipa Burd, quien había vivido en Paris muchos años, creó el
Museo Virtual Art Construit en el año 2000, que se convirtió en el origen del
Museo de Arte Construido. Un edificio que se iba a inaugurar en el año 2008, siendo
el primero en el mundo especializado en arte concreto y geométrico, que
formaría parte del eje cultural del barrio de la Boca, junto a la Fundación
Proa, el Teatro de la Ribera, Siglo XX Cambalache, el Museo Quinquela Martín y
otros lugares designados para el disfrute de la gente de nuestra ciudad, pero
que quedó como una sinfonía inconclusa al morir su mentor y dueño.
El edificio tiene alrededor de 2.500 m2. Es un
cubo de hormigón a la vista y fachada inspirada en el Cuadrado Negro de Malevich,
que invade y rompe el paisaje tradicional de La Boca con su estilo vanguardista.
El concepto del mismo es una serie de salas apiladas en varios niveles, unidas
por escaleras rampa para que el recorrido sea parte de la experiencia. Consta
de 6 pisos, 3 serían para exposiciones permanentes; 3 para temporarias; la
planta baja, de 6 metros de altura, se usaría para el acceso, el mechandising,
la sala de esculturas y el auditorio; y la terraza en el último piso tendría
un taller y un bar con mirador. Su interior estaba pensado para favorecer la
protección de las obras: sus paneles interiores de yeso y lana mineral protegerían
las obras de la condensación interior, los vidrios de la fachada, de la
radiación solar y el exceso de iluminación y la iluminación interior se
adaptaría a las diferentes muestras que se desarrollaran en él.
Hoy, lamentablemente, después de dieciséis años, sigue inconcluso
y el barrio sigue esperando su apertura. Pero tendremos el privilegio de
ingresar a visitarlo y tal vez no esté todo perdido. No hay cuadros en su
interior, pero cada piso nos pinta un cuadro real, con una perspectiva
diferente, a través de sus ventanas y, la terraza, nos brinda una panorámica
hacia todos los puntos cardinales. Veremos desde allí muchos de los lugares que
ya visitamos en otras salidas: los puentes sobre el Riachuelo, la Bombonera, la
Plaza Solís, la Vuelta de Rocha, las casitas de colores y el Río Matanza en
toda su extensión.
Como dije en la salida de la Terraza del Centro de
Convenciones de Recoleta, ustedes, croquiseros, últimamente, solo quieren volar
y, si hay algo que podemos hacer los croquiseros es volar con nuestra
imaginación hacia donde queramos y sin límite, convirtiendo nuestros croquis en
hermosas pinturas de nuestra ciudad. Así que no me queda otra cosa para
decirles hoy, sino que hagamos honor al museo y… ¡¡¡¡Volemos!!!!
Sandra Machado
Adrián Muiño
Guillermo Di Renzo
Roberto Frangella
Sonia Pesajovich
Maria Catalina Alberto
Carlos Saenz
Claudio Perez
Luis Marcellini
Carlos Bay
Carlos Hernández
Edgardo Minond
Guillermo Serena
Patricia Amodei
Laura Vacs
Chuni Torrassa
Juan Fricia
Adhemar Orellana